El proceso dinámico que crea un lugar es algo espiritual para mí. Es una acumulación de muchas capas de actividad, lapsos de tiempo y generaciones.
Si vienes de un lugar como el Medio Oriente moderno, te darás cuenta de que la historia ha estado predispuesta en contra de las actividades urbanas mundanas que conforman un lugar. Por un lado, son difíciles de documentar. Por otro lado, son efímeras y es difícil identificar la causa de su encanto.
Como explica el arquitecto jordano Rasem Badran, el espacio arquitectónico es orgánico y si lo apartamos de sus características específicas como hábitos, historia, clima y limitaciones sociales, se vuelve meramente funcional.
Cuando me mudé por primera vez a Nueva York como estudiante de arquitectura, la ciudad me pareció una jungla de concreto, como bien lo expresaron Jay-Z y Alicia Keys. No fueron los rascacielos los que me hicieron sentirla grandiosa y especial, sino su vibrante e inigualable vida callejera.
Vivir allí como diseñadora urbana hizo que me diera cuenta de que estos rascacielos son bastante fríos y aterradores. Fueron los sonidos de los vendedores de carritos de comida, las productivas calles laterales con sus improvisadas barbacoas, los molestos taxis amarillos, las infames chimeneas de vapor en medio de las calles lo que la hacía más humana e incomparable.
Al estudiar los espacios urbanos, podríamos nombrar pocos arquitectos o diseñadores que analizan la intuición como motor para comprender un lugar. James Steele en su libro sobre la obra de Rasem Badran señala la intuición como "una forma distintiva de entender la vida porque esta cambia constantemente. La intuición nos permite comprender y sentir lo no homogéneo, lo continuo, lo interrelacionado y lo impredecible. La intuición es el proceso de activación del yo a través de la convivencia con un lugar y sus secretos."
La intuición para los diseñadores urbanos no es sólo hacerlo rápidamente o aplicar experiencias pasadas de manera eficiente para diseñar un lugar. La intuición implica ser empático con los procesos que hicieron único un lugar. Significa ser sensible a los cambios oportunos de un lugar a lo largo del tiempo, ya sea de forma anual, diaria o incluso momentánea.
Steele explica muy bien lo que es el diseño urbano para mí, lo que más me fascina como diseñadora urbana. Muchos arquitectos se inspiran en la geometría y los colores que se encuentran en la naturaleza, como la proporción áurea, los patrones de los cursos naturales del agua, las formas de la fauna y de la flora, etc. Sin embargo, hay patrones, sonidos y geometrías que son innatos a los hábitos y formas de vida del hombre. Estos patrones comprenden una gran parte del paisaje de una ciudad.
El montaje de mercados informales, los sonidos en hora punta, el vendedor de top manta siempre alerta para recoger su mercancía, los terrenos urbanos infrautilizados por estacionamientos para autobuses urbanos, el porche desbordado de objetos en las casas, los montones de basura… todas esas son características únicas del paisaje de una ciudad.
Un ejemplo, el uso de un balcón en Madrid es muy distinto al que le dan en Montreal. Ese espacio puede usarse como un pequeño jardín, un lugar para desayunar o un espacio para tender la ropa. Estos microcomportamientos nos proporcionan una información muy valiosa sobre el macro espacio de edificios y ciudades que les albergan. ¿El entorno de estos balcones carece de vegetación? ¿Están estos edificios equipados con servicios esenciales? ¿Existen leyes de zonificación respecto a la organización de estos balcones? Las preguntas son infinitas.
Nuestro trabajo como diseñadores no es repetir estos patrones informales, sino estudiarlos, empatizar con su naturaleza y utilizar sus particularidades como oportunidades para el diseño. Comprender las partes de ese todo. Tener esto en cuenta significa que un diseñador es capaz de representar lo físico y lo metafísico de un lugar señalado.
James Steele explica otra narrativa arquitectónica analizada por Rasem Badran. Esta narrativa muestra la imagen de una zona montañosa en la región del Golfo disfrutada por su gente local. Rasem acompaña esta imagen con otra de un pueblo entero rodeado de montañas. Según Badran, ̈Esta es la forma en que visualizamos la Naturaleza Universal, que agrega una sensación de variabilidad a lo físico, lo que está cerca, y a lo metafísico, lo que está lejos. Y esa sensación produce una energía que estimula y activa la inteligencia humana, generando innovación ̈.
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