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Foto del escritorSergio de Jaime

Necesidad o posibilidad


En cualquier sistema conocido se establece una Ley que seguramente nos suene a todos. A máxima entropía, mínima entalpía. O lo que es lo mismo, el Universo busca el máximo desorden utilizando el mínimo de energía. Ocupar el mayor espacio disponible hasta conseguir utilizar la mínima energía. Si el Universo y cualquier sistema buscan alcanzar este estado, ¿ocurre de lo mismo con la manera que tenemos de colonizar el espacio?



Desde que las primeras ciudades se asentaron entre el Tigris y el Éufrates, han requerido de planificación o incluso de lo contrario. Debemos preguntarnos cuando empezó el urbanismo formal en un mundo que hasta hace bien poco no promulgaba leyes urbanísticas ni organizaba las ciudades mediante grandes planes infraestructurales. Cualquier asentamiento, tenga la escala que tenga, es fruto del pensamiento del ser humano, al igual que las leyes que nos rigen.



Podríamos echar la vista hacia atrás y realizar una cronología de cómo las diferentes culturas y civilizaciones del mundo han planificado sus ciudades y asentamientos. Pero creo que es más divertido fijarnos en un hecho temporal que parece definir el urbanismo informal del siglo XXI no desde la planificación sino desde el capitalismo. Los festivales de música.



España es curiosamente uno de los principales destinos turísticos de festivales de música a nivel mundial. En 2022 se celebraron nada más y nada menos que 900. Desde festivales de fin de semana hasta macrofestivales con más de 300.000 asistentes por edición. Pero ¿dónde entra toda esta gente?



A menudo el alojamiento que ofrecen los festivales es un inmenso recinto cerrado vacío con servicios básicos donde cada cual elige su lugar para plantar una tienda de campaña y resistir al calor. De nuevo, a máxima entropía mínima entalpía. Los festivaleros irrumpen en el recinto tratando de llenar el máximo espacio disponible en un lugar donde la planificación, más allá de los cuatro lados que delimitan la parcela del camping, brilla por su ausencia.



Si en España somos campeones en organizar festivales, el rey, sin embargo, lo encontramos en el desierto de Nevada. En la pequeña localidad de Black Rock miles de asistentes, famosos y celebrities festejan durante siete días el denominado Burning Man. Como si de un asentamiento tribal se tratase, más de 50.000 personas se organizan cada año formando anillos concéntricos alrededor de un tótem incendiario con forma de hombre.



Organizar el desorden y planificar lo informal se han convertido en la seña de identidad de estos eventos donde se construyen auténticas ciudades fantasma.



Cabría hacernos la siguiente pregunta si queremos definir el urbanismo informal. ¿Surge de la necesidad o surge de una simple posibilidad?

Imagen de satélite de la característica forma de C que forman los asistentes al Burning Man


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