Desigualdad, movilidad y territorio son tres conceptos que definen a las ciudades.
Hoy día en nuestra realidad se buscan mejoras en la calidad de los espacios urbanos, en la transformación de las zonas degradadas recuperando la actividad en su hábitat.
El estudio, el desarrollo y el control de una Planificación Urbana es una misión que debe anclarse de forma permanente entre las acciones de los gobiernos tanto local como estatal para afianzar y asegurar la consolidación de los cambios dentro de un marco sostenible, ecológico, económico y social.
La misión urbana debe consistir en la dignificación de los espacios habitables recuperando el paisaje natural e integrándolo al entramado físico construido.
No intentemos desunir lo que por naturaleza ha estado unido durante milenios: la intrínseca relación entre el hombre y el planeta.
Nuestras desigualdades no son otra cosa que las diferencias étnicas y culturales talladas por las necesidades de un entorno geográfico y los requerimientos de la vida misma.
En el último milenio, el desarrollo de las sociedades a través de los avances científicos y tecnológicos por una parte, y las estructuras políticas e intereses económicos por otra, han permitido la unión y el entendimiento entre las diferentes y complejas estructuras sociales.
La clave para que la diversidad humana sea sostenible en si misma, y ésta lo sea con su entorno, se sustenta en el desarrollo de una tolerancia razonable de los valores humanos. Sólo así permitiremos que nuestras diferencias se disipen creando una atmósfera de concordia y entendimiento con garantías de futuro.
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